Quién hubiera dicho que yo, que solía mantenerme ignorante de los acontecimientos diarios por falta de interés en leer el periódico o ver las noticias, algún día opinaría en mi blog respecto a la situación en la que se encuentra México. Antes prefería mantenerme callada y abstenerme de dar mi opinión respecto a ciertos temas, más que nada por temor a la crítica y a discusiones que pueden salirse de control, pero he llegado a la conclusión de que las discusiones ayudan a desarrollar ciertas habilidades, las críticas constructivas enseñan y las destructivas debe aprender uno a ignorarlas, así que, ¿por qué he de quedarme callada si deseo expresar mis pensamientos?
Mucho antes de haber tenido la capacidad de votar yo ya tenía definida mi posición política por la educación que recibí de mis padres, a los cuales admiro mucho, pero no fue sino hasta este año que verdaderamente me hice el propósito de asumir responsabilidad y descubrir por mí misma por qué estoy de acuerdo con una postura y en desacuerdo con la otra. Al discutir con amigos antes y después de las elecciones de este 2 de julio me di cuenta que no podía defender mi punto de vista simple y sencillamente porque carecía de fundamento. Bien es cierto que una parte de la opinión de uno viene del simple sentimiento, la corazonada, lo irracional, pero esto no es suficiente si queremos vivir en un país democrático, o sea, en un país que se rige por las decisiones de sus ciudadanos (o bueno, al menos eso es lo que dice la teoría). Así pues, para tomar decisiones responsables es necesario estar informado y tratar de, en la medida de lo posible, confrontar la información con la razón, el sentido común.
No sé, igual y fue la influencia tardía de las clases de Ideas y Problemas que tanto torturan a la comunidad itamita, pero que no puedo negar me han sido útiles en mi formación. Ya tiene como 2 meses y cacho que leo diario el periódico (a veces 2 ó 3, pues es bien sabido lo difícil que es encontrar artículos neutros, cuyo objetivo principal sea informar, no sólo criticar o denunciar, aunque a veces esto tmb es necesario). Mientras leo la primera plana me llegan inevitablemente preguntas a mi cabecita que no siempre tienen respuesta, pero no por ello dejan de tener importancia ¿Por qué sucede esto? ¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Es trascendente para mí? ¿Cuál es mi postura? ¿Por qué?
Debido a lo que acabo de exponer, he decidido compartir por este medio aquello que, de acuerdo a mi muy humilde opinión, es importante o simplemente interesante saber. ¿Por qué? Muy simple: porque deseo ser una persona socialmente responsable con una opinión basada en conocimiento, en ideales que pretendo seguir. Deseo tener la habilidad de argumentar, de defender mi punto de vista, de mostrar mis ideales y posiblemente ayudar, aunque de manera insignificante, a que la gente piense por sí misma, a que formule sus propias ideas, pero que no por ello deje de escuchar a los demás. Muchos de los problemas que sufre México (ya no se diga el mundo) han sido causados y/o empeorados por falta de tolerancia, es por ello que cada vez que escriba trataré en la medida de lo posible de ser neutral; suficientes calumnias y críticas se pueden encontrar en Internet como para que yo agregue las mías. Sin embargo, debo admitir que habrá ocasiones en las cuales no pueda evitar exponer mi muy personal punto de vista, el cual será puramente subjetivo.
En fin, todo este rollo mareador de introducción para llegar al grano, el cual consiste simple y sencillamente en recomendarles que lean el siguiente artículo, el cual me pareció sumamente interesante, pues ofrece una solución viable a uno de los temas que tanto han discutido los políticos.
La opinión proviene de Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, y lo cierto es que sus argumentos me parecen bastante razonables. Si tan sólo los políticos dejaran de darse hasta con la cubeta para usar sus cabecitas y escuchar a los expertos para tomar mejores decisiones...
En fin, esa fue mi aportación del día de hoy , y creo que ya fue suficiente debraye por un día
El sentido común es el mismo instinto de la verdad - Jacob Max
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