10 de enero de 2006
Bien dicen que uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido, sólo que en esta ocasión tengo perfectamente claro qué es lo que voy a perder (aunque sea sólo por un tiempo) y me da muchísima tristeza, melancolía… realmente no sé cómo llamarlo.
Esta visita a México se me ha hecho extremadamente corta y desde el viernes pasado los días se me han pasado rapidísimo. Yo tmb he tenido gran parte de la culpa pues no me he sabido organizar (eso es algo en lo cual tendré que seguir trabajando este año), y ahora tan sólo estoy a 3 días de regresar a Alemania y no puedo evitar pensar que me gustaría quedarme.
No me queda la menor duda de que voy a seguir disfrutando mi experiencia por allá, pero incluso esta certeza no aminora este sentimiento de pérdida que se me ha ido instalando poco a poco a lo largo de este mes. Es difícil, pues ahora sé que no voy a tener un 'break' para aliviar el famoso 'homesickness' que a veces se apodera de todos aquellos que van al extranjero por un tiempo considerable. Sé que el hecho de quedarme más tiempo del planeado fue mi decisión y no tengo intenciones de echarme para atrás (aun si pudiera), pero eso no quita que sienta algo de temor (si es que es válido llamarlo así).
Hoy que vine a Jojutla para despedirme de mi abuelita, sabiendo que no la voy a ver sino hasta dentro de un año, he intentado apreciar las cosas que muchas veces doy por sentado simple y sencillamente porque son parte de mi vida diaria: una comida casera, la sonrisa de un familiar, la sensación de sentirse en casa, el poder ir por un tentempié al refrigerador sin temor a molestar a alguien, ver los árboles con hojas en pleno invierno, tener el calor de la mascota a los pies, sentir el calor del sol, en fin, cosas que sé voy a extrañar pero cuya ausencia no me debe impedir seguir adelante.
En pocas palabras, aún no me voy y ya tengo homesickness. Espero poder lidiar con ello un año entero.
We did not change as we grew older; we just became more clearly ourselves - Lynn Hall